Desde hace muchos años nuestra familia se vio ligada a los carruajes. Todo comenzó cuando Raulito, nuestro hijo de 5 años se enamoró en una visita al parque Almendares de un caballo. Su nombre era Corojo, un hermoso caballo trinitario blanco y negro que con suerte pudimos adquirir para que el niño lo montara y paseara con él.
Entonces Raúl, mi esposo, le comenzó a hacer una araña (pequeño coche) para que Raulito se sintiera más cómodo. Así nació el interés por los coches. Luego de aquella pequeña creación Raúl comenzó con ayuda del resto de la familia a restaurar carruajes y convertirlos en verdaderas obras de arte. Eusebio Leal, el historiador de la Ciudad de la Habana, se mostró interesado y nos compró algunos que ahora dan servicios en la Habana Vieja.Esta es la razón por la que el Restaurante lleva el nombre de “El Carruaje”, por estas piezas tan bellas que tienen un valor especial para la familia.
Aún nos dedicamos a la restauración de carruajes y coches y esperamos poder ver nuestras creaciones en algunos hoteles coloniales o lugares que brinden este tipo de servicios.
